El abuso entre adolescentes llega a la pantalla grande, y como titulamos este artículo; Después de Lucía, dirigida por Michel Franco nos da una dosis fuerte de realidad, una muestra de ese secreto a voces que ocurre en muchas secundarias, preparatorias y aunque a veces parezca difícil de creer, en grados superiores de la primaria.
¿Qué ocurre con la historia en Después de Lucía? Vemos la panorámica diaria de la protagonista, Alejandra, interpretada por Tessa Ía. El fenómeno del abuso escolar (o bullying) se gesta lentamente durante el transcurrir de la película.
Al final del día Alejandra es una chica guapa, que se incorpora rápidamente con el grupo de “populares” de sus compañeros, hace de todo por pertenecer al grupo y lo que comienza como actuar inconsecuentemente, bromear, concluye en esta historia trágica.
Es interesante como aporte desde la psicología familiar, notar no sólo lo que ocurre con Alejandra y sus compañeros (aunque a primer instancia lo que más llamativo resulte sea esto) sino también darle una mirada a la relación ambivalente padre-hija; circunstancia que en la vida real es uno de los factores que predisponen a los adolescentes y niños a ser partícipes de dinámicas como el abuso escolar. ¿Porqué relación ambivalente? Porque al ver la relación del padre (Hernán Mendoza) con Alejandra, donde en momentos pareciera que son sumamente unidos y en otros pareciera que es sólo es la fachada; nos ponemos a pensar ¿Qué tanta confianza había o qué se necesitó para que la hija guarde el silencio a pesar de todo?
Pasando al fenómeno que representa Después de Lucía, el filme fue seleccionado por la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas para ser considerada como nominada a premios como el Óscar y Goya, además de la gran expectativa de los cinéfilos, padres de familia, personas involucradas en el ámbito infantil y claro está, los adeptos al cine de arte.
Además como dato curioso, el filme fue una producción casi completamente mexicana. El elenco se compuso de muchos debutantes no profesionales en la actuación, los escenarios fueron en su mayoría locaciones mexicanas además que el filme fue grabado secuencialmente, es decir, en el orden en que vemos la película, es el orden en que fue realizada la grabación. Uno esperaría que este tipo de detalles entregaran un producto final de mediana calidad, lo cual no es el caso de Después de Lucía, sino todo lo contrario, este filme (que en parte sí parece pretencioso en ocasiones) resulta de la calidad de películas con elencos de primer nivel o producciones con mucho presupuesto invertido.
En fin, la historia merece ser vista y juzgada con sus propios ojos, oídos. Sólo nos resta invitarlo a atestiguar una película sin duda impactante y, ¿Porqué no? Reflexionar sobre nuestra propia familia, amigos o conocidos; cuántas historias como las de Alejandra ocurren todos los días…
E. Torres