Dirección: Neill Blomkamp
Reparto: Sharlto Copley, Dev Patel, Ninja, Yo-Landi Visser, Jose Pablo Cantillo, Hugh Jackman, Sigourney Weaver
Cuando Mary Shelley escribió su obra cumbre por la que es reconocida internacionalmente, la tituló “Frankenstein, o el moderno Prometeo” esto con la intención de dar metáfora al mito del titán griego que enseñó a la civilización humana a escribir, las ciencias como matemáticas medicina, o la agricultura y entre otras cosas robar el fuego del Olimpo para la humanidad.
Esta creatura que nace del experimento del Doctor Victor Frankenstein, llega al mundo desprotegido pero con el tiempo aprende los artífices del engaño humano, la lectura, el entendimiento de las palabras y su inteligencia se desarrolla con la malicia a la que es expuesto por el abandono de su creador. Este “Prometeo” después de absorber el conocimiento, enseña a manos de la venganza a su “Padre” que la vida solo está llena de miseria y desgracia a costa de las falsas promesas de la conciencia humana.
En este 2015 llega Chappie, tercer filme del cineasta sudafricano Neill Blomkamp que de manera indirecta nos recuerda al antiguo texto de la autora inglesa ya que en su narrativa de ciencia ficción la película nos presenta a una sociedad de Johannesburgo donde impera el uso de robots dentro del cuerpo policiaco. Pero cuando su creador Deon Wilson (Patel) desarrolla un nuevo programa de inteligencia artificial y lo prueba de manera no autorizada en un modelo desechado, tenemos como resultado un “Frankenstein” contemporáneo que está vívido por descubrir un nuevo mundo, aprender, beber toda la experiencia y conocimiento cual manantial que emana la vida hacia este nuevo ser incomprendido.
A diferencia de la criatura inmortalizada por la literatura gótica del siglo XIX, este robot no es creado con distintas piezas mecánicas amorfas a su origen, lo que le da ese toque metafórico es la psique por la que se empieza a construir a sí mismo, toma referencias culturales, aprende de su creador el arte de pintar, de los malhechores que se encuentra, las actitudes, el robo y el lenguaje mórbido de una estirpe que ha sido relegada del mundo.
Es por eso que Chappie se vuelve en un nuevo Prometeo moderno, pero más a imagen y semejanza de un Frankensten contemporáneo. Un ser que se cuestiona y se pregunta, ¿Porqué fui creado para morir? ¿Porqué la gente siempre miente? ¿Acaso hay vida después de la muerte?
La maquina que falla
Blomkamp es devoto de los futuros distópicos post apocalípticos, género que en la ciencia ficción va como guante a las generaciones actuales, teniendo como arco argumental principalmente la xenofobia y la distinción de clases.
Distrito 9 (2009) su ópera prima es un claro ejemplo de ello, ya que la cinta trata una realidad alterna en la que una nave extraterrestre se queda varada sobre Johannesburgo y los alienígenas tienen que empezar a descender a la tierra por provisiones en son de paz. Sin embargo los humanos no ven bien este acto y los relegan a un punto de la ciudad que resulta insalubre y se vuelve punto magnético de toda la escoria malviviente de la capital sudafricana, ahí es donde nace el distrito 9.
Elysium del 2013 resulta similar ya que presenta una ciudad de Los Ángeles en el año 2154 donde todo es decadencia, los humanos con falta de recursos se han quedado en la tierra y quienes tienen la solvencia económica ahora viven en una estación espacial llamada “Elysium”. Como dato curioso la película de filmó en México tanto para las partes de la tierra como lugar de nadie (Iztapalapa) como para las secuencias de alta clase social (Interlomas).
En Chappie, Blomkamp vuelve al confort de su ciudad natal como en su primer proyecto. Contando con un presupuesto de $49 millones de dólares, el cineasta hace uso del recurso que mejor sabe utilizar: una narrativa que es estridente tanto visualmente como en contexto social para el espectador.
Sin embargo el discurso resulta predecible si se logra entretejer el campo de los personajes desde un inicio donde claramente se logra entrever el antagonista y el protagonista, aunque también resulta enmarañado ver que sus personajes cambian de bando constantemente, lo cual no termina por cuajar los roles de peso, lo que hace que sobresalga evidentemente el titular de la cinta, Chappie.
Al final casi al cierre de la cinta decepciona un tanto el giro que toma uno de los personajes clave, no por su coherencia en la ficción, -eso puede justificarse- sino porque quienes hayan visto Distrito 9 encontrarán una gran similitud en cómo se resuelve casi de la misma manera la metamorfosis de este individuo a cuadro.
Ajuste de cuentas, digo… tuercas.
Pero englobando y cerrando en conclusión la producción de la película, es una cinta obligada para los amantes de la ciencia ficción, es enternecedor ver a cuadro como es que los humanos pueden lograr tener empatía por la Inteligencia artificial que nos hace creer en que una máquina fidedignamente siente, ama, crea y vive. En eso si tenemos que aplaudir a Blomkamp, sabe retratar un futuro cercano que si lo pensamos a sangre fría nos puede dar un escalofrío porque sabemos que hacia eso nos depara el destino.
Actualmente el filme ya llegó a salas mexicanas en formato IMAX pero a partir del 13 de marzo tendrá su estreno nacional, la cinta ya recorre la cartelera estadounidense y en otras partes del mundo, donde en su primer fin de semana en marquesinas ya recabó la cifra de $27 millones de dólares.
Clasificación: Este nuevo Frankenstein actual merece la pena verlo, más allá de que creamos o no que pueda ser posible de que un robot nos ame o sepa sentir las emociones, nos deja a la reflexión de qué futuro le depara a la civilización humana.
Mención especial: Hans Zimmer compone el score de esta película, que resulta experimental y distinto a lo demás que ha venido haciendo en Hollywood, parece que su introspección musical lograda con Interestelar le ha venido a bien para seguir reinventándose como compositor.