Sin duda, la figura del presidente es una que se presta inevitablemente a la ficción, siendo no sólo el más visible de los cargos públicos, sino aquel del que (en el imaginario colectivo) depende el destino de un país. Quizás es esto último lo que hace del presidente una figura casi mítica y sobrehumana, al volverse prácticamente el simbólico receptáculo de nuestros deseos, nuestras aspiraciones y, principalmente, nuestras frustraciones respecto al gobierno en curso pues técnicamente, lo que le ocurra al país es su responsabilidad.
Así, en las manos de la ficción el presidente puede ser el más noble, o el más mezquino, tal es la dualidad de nuestra relación con la figura del presidente. En el cine esto se vuelve especialmente interesante, sobre todo en el norteamericano, y no sólo porque es el más consumido a nivel mundial, sino porque es un país con una especial relación con su cabeza de estado: una muy particular relación amor-odio que podemos ver claramente en toda cinta donde se haga presente el presidente de la nación.
Los nobles
En el cine popular norteamericano, es mucho más común ver a sus figuras de autoridad con un cierto halo heroico que con maldad. Esto es debido a toda una serie de factores que han vuelto a Hollywood casi como la oficina de relaciones públicas de la nación (ergo, los E.U. deben verse bien). Así, los retratos de presidentes nobles son a final de cuentas la mayoría, y esto abarca naturalmente, los retratos de sus figuras históricas, que con sus muy contadas excepciones, son presentados en una luz muy favorable.
Desde que Joseph Kilgour interpretara a George Washington en 1909, los presidentes históricos son dignificados con mucho rigor, tomando muy en serio al cine como “fábrica de mitos”. Los presidentes más populares se vuelven por supuesto, aquellos en quienes recae el máximo honor, y no es raro entonces ver a los “Padres Fundadores” retratados como héroes (desde las más fieles representaciones de la historia como “1776” hasta las más extraordinarias y nacionalistas como “The Patriot”).
Sin embargo, el presidente más popular en su historia no es Washington, sino por mucho, Abraham Lincoln, y es quien ha aparecido en más películas, muchas de ellas clásicos del cine. El legendario cineasta D.W. Griffith lo retrataría dos veces, la primera en “The Birth of a Nation” de 1915 y la segunda en su fallida “Abraham Lincoln” de 1930. Sin embargo, la primera obra maestra completamente sobre Lincoln es “Young Mr. Lincoln” de 1939, donde el legendario John Ford lo vuelve mito interpretado por el icónico Henry Fonda.
La nobleza de carácter de Lincoln (real o mítica) se ha extendido al punto de que el barbudopresidente se vuelve El símbolo de la unidad norteamericana en cintas que nada tienen que ver con la historia. De estas podemos destacar desde luego “Bill & Ted’s Excellent Adventure”, donde participa en el viaje por el tiempo de los protagonistas, así como las dos recientes cintas de horror “Abraham Lincoln: Vampire Hunter” y la de bajo presupuesto, “Abraham Lincoln VS the Zombies”. Cabe mencionar que el actor Bill Oberts Jr. hace de la segunda una muy entretenida experiencia.
Pero si la nobleza de Lincoln ha tomado un nivel exagerado, es en los presidentes netamente ficticios donde esto llega a un nivel extremo. Tres son los ejemplos perfectos de esto y el primero es “Dave”, donde un hombre (Kevin Kline)con un extraordinario parecido al corrupto presidente en turno, llega a suplirlo y a
“arreglar las cosas”. Idílico, aunque no tan extraordinario como lo que hace Harrison Ford en “Air Force One”, donde como el presidente, enfrenta a terroristas a puño
limpio en el mismísimo avión presidencial. El colmo de esto es por supuesto Bill Pullman en “Independence Day”,donde tras un speech inspirador, se monta a un avión para enfrentarse a la invasión alienígena en persona.
Los mezquinos
Donde se pone más interesante la cosa es en lo referente a los presidentes villanos, de los cuales el referente histórico es por supuesto, Richard Nixon. Para bien o para mal, Nixon se ha vuelto el arquetipo norteamericano del funcionario corrupto y nefasto, y para muestra basta ver sus retratos en el cine, siendo los más populares el de Oliver Stone (“Nixon”) y el de Ron Howard (“Frost/Nixon”), donde Anthony Hopkins y Frank Langella respectivamente, dan vida al singular personaje. Hay que notar que la villanía de Nixon es parodiada en una divertida comedia de nombre “Dick”, donde sin querer dos muchachitas hippies quedan envueltas en Watergate.
Los presidentes más recientes, lejos aún de la dignificación histórica, han tenido también sus buenas parodias donde más que como héroes son mostrados como seres humanos perfectamente falibles.
Y bueno, los esándalos de Clinton y las guerras de los Bush dieron material suficiente para verlos en las cintas de“Naked Gun” (Bush en la 2, Clinton en la 3), en “Hot Shots! Part Deux” (Bush padre), “Postal” y “Harold and Kumar escape from Guantanamo” (Bush Jr.). Los Bush aparecieron también en la película “W” de Oiver Stone, encarnados por James Cromwell como Bush Sr. y Josh Brolin como el protagonista, Bush Jr.
El famoso affaire entre Clinton y Monica Lewinsky dio pie a un par de cintas que tomaban el asunto como base para sus historias. “Primary Colors” y “Wag the Dog”, la primera mostrando a un presidente que abusaba de su posición para tener aventuras, y la segunda llevando el tema más allá, al mencionar una guerra fabricada para esconder los escándalos del presidente. Otros presidentes ficticios infames son el ya mencionado presidente en “Dave” (Kline de nuevo), y por supuesto, el presidente de “The Day After Tomorrow”, quien por no escuchar las advertencias, tiene su castigo al morir en el hielo (su sustituto por cierto, realiza un atípico speech donde agradece a México su hospitalidad).
Finalmente, ninguna lista de presidentes infames estaría completa sin Jack Nicholson como el presidente James Bale de “Mars Attacks!”, aquella cinta de Tim Burton que lo mismo homenajeaba a las cintas de ciencia ficción de los 50s que hacía burla de la patriótica “Independence Day”, poniendo al presidente de la manera más cínica posible. El discurso de Nicholson en la cinta es casi la antítesis del que realiza Pullman en “Independence Day”. En fin, aunque los retratos poco favorecedores son pocos, son sin duda más memorables.
Para los norteamericanos, la figura del presidente no deja de merecer un cierto respeto aunque no sea del todo de su devoción (no por nada es considerado el presidente más poderoso del mundo). Pero de cualquier forma, es una figura que no se salva de recibir sus duras críticas en forma de presidentes ficticios que entre broma y broma, van revelando un poco de a dónde va realmente el interés del presidente. El estreno reciente de “Lincoln” de Steven Spielberg es tal vez un nuevo tributo al considerado “mejor presidente norteamericano”, pero no hay que dudar que con ella vendrán también sus respectivas críticas al sistema. Tal es la dualidad de la relación amor-odio para con los presidentes.