Título original: John Wick
Dirección: David Leitch, Chad Stahelski
Reparto: Keanu Reeves, Michael Nyqvist, Alfie Allen, Willem Dafoe, Adrianne Palicki, Ian McShane, John Leguizamo
Parecerá ridículo, pero hasta hacer películas de acción tiene su maña, no basta nada más con sacar una pistola y dar plomazos a diestra y siniestra. En estos tiempos donde estamos sobreexpuestos e intoxicados al amedrentamiento audiovisual en todos sus aspectos, es difícil encontrar propuestas que ofrezcan algo fresco y ‘suave’ para quienes nos alimentamos de cine y claro, de pronto tenemos el placer culpable de consumir la chatarra, el “fast food” de la industria cinematográfica: Las películas de trancazos, testosterona, acción desmedida y balas, muchas, muchas balas al aire.
Agradablemente Otro día para matar ofrece eso, una película cuidada con una semiótica de color, claroscuros, coreografías de golpes bien planeadas y un soundtrack que uff… todo el compendio nos entrega un ensamble bien estructurado, una película que viste a la acción de traje sastre y le hace ver impecable.
John Wick (Reeves) es un ex matón que decidió reformarse por lo único en la vida que te hace tomar orden en tu desorden: Una mujer. Pero ella fallece de una enfermedad terminal y le deja un único acompañante, un cachorro llamado Daisy para que le haga compañía. Lamentablemente Wick se topa con las personas equivocadas y le rebatan a su único nexo con su difunta esposa, aquí empieza una historia de venganza donde John Wick tendrá que volver a las calles de Manhattan y terminar de una vez por todas con la mafia rusa que le ha provocado sacar toda su ira contenida.
Hablando con varios compañeros de profesión, en inclusive acuciosos cinéfilos del género, hemos coincidido que es cansado ver en una película de acción, “tomas sucias”, ¿a que me refiero? A que muchos directores últimamente, se les ocurre resolver sus secuencias de golpes, balazos o persecuciones con mucha, mucha mucha mucha mucha sobrexplotación del recurso del handheld o cámara en mano. Esto causa desorientación y la justificación de quienes lo utilizan es que es meter al espectador en situación. Es un recurso que puede ser bien empleado, pero últimamente es un pretexto para solo embarrar de acción una secuencia sin necesidad de explicar el porqué se están agarrando a madrazos.
Los ahora cineastas Chad Stahelski y David Leitch –antes coordinadores de dobles de riesgo en películas de acción y también actores en papeles menores– presentan en esta su ópera prima, el ejemplo perfecto que no por ser novatos van a hacer un bodrio en su primer película, sino todo lo contrario. Cuidan la estética de sus emplazamientos y las coreografías de pelea, -evidentemente no era para menos- por lo que estas secuencias lucen en perfecta armonía con encuadres o planos secuencias que dejan ver la acción por completo sin estos “encuadres sucios” o movidos todo el tiempo.
Para empezar consiguieron un reparto que se aplaude, Reeves sigue en esta racha de ser actor de acción en películas de mediano presupuesto, solo que algunas que últimamente recorren su repertorio son bastante malitas, sin embargo aquí se le ve cual perro rabioso que persigue a su presa, pero eso sí, con un temple y sobriedad que inmutarían hasta al más tranquilo de los monjes del Tíbet.
Su antagonista Michael Nyqvist es una joya en este repertorio, ya que todavía no se le saca el potencial en Hollywood que podría tener, más para los cinéfilos educados lo recordarán por haber encarnado el papel de Mikael Blomkvist en la trilogía sueca de Millenium, las adaptaciones del best seller literario de Stieg Larsson de La chica del dragón tatuado o Los hombres que odiaban a las mujeres.
Willem Dafoe también hace aparición como un personaje secundario, se habría agradecido más su contribución a cuadro, pero el simple hecho de tenerlo presente ya es un plus. John Leguizamo se podría decir que hace prácticamente un cameo, pero también es bien recibido.
El soundtrack es estridente, poderoso e hipnótico para quienes gustan de la música electrónica. Tyler Bates es el encargado de darle forma junto a Joel J. Richard en la cuestión de un score musical propiamente hablando, pero para las secuencias de acción se hace recurso de ensambles y grupos como Le Castle Vania, M83 con Susie Q, Marilyn Manson, The Candy Shop Boys entre otros.
A pesar de que la cinta transcurre en Nueva York, se siente reconfortante que no se explota ese lado de la isla como temática de ciudad, es claro que sus locaciones funcionan como un deleite visual en tomas aéreas y es una especie de personaje escondido por la atmósfera que recrea, más no estamos en el mood de la estatua de la libertad, central park, el empire state y todos esos recursos por más reciclados. Se utiliza una imagen más noir, de intriga, que inclusive pudiese ser una ciudad más anónima o menos pretenciosa como lo es la gran manzana.
Su fotografía es alternativa, marca paso junto con el uso de colores duros: contraste de negros, magentas, rojos vino, azules eléctricos. Todo junto recrea un ambiente de mucha pulcritud que hace ver al crimen organizado como una industria elegante y de clase mundial.
La película tuvo un modesto presupuesto de entre 20 y 25 millones de dólares, el cual ya empieza a redituar con 35.6 millones en taquilla. Su estreno ha sido gradual y se espera que poco a poco alcance su llegada a Europa y el resto del mundo.
Clasificación: Amantes de los thrillers y la acción sin límites, aquí llega una película que viene a saciar su hambre de cinéfilos apasionados a este género, ¿Será acaso el inicio de una franquicia, o solo tendremos un John Wick que haga honor al tan desgastado ciclo de acción en Hollywood de los últimos años?