Siendo una de las series más exitosas de la historia del cine, la saga del agente 007, James Bond, ha desarrollado todo un estilo muy particular de cine de acción, estilo que se ha ido puliendo a través de sus ya 50 años de existencia. Ha sido esta constante evolución la que ha permitido que el personaje que creara en sus novelas el escritor Ian Fleming en 1953, permanezca vigente a pesar de los cambios. Y es que más allá de las novelas de Fleming, donde Bond realmente cobró vida fue en el cine, donde se volvió uno de los íconos más grandes de la cinematografía mundial, como si hubiera sido ese su destino desde el principio.
Curiosamente, la saga del agente James Bond es una donde en primera instancia, los directores no parecieran ser totalmente los autores de las películas, dado que la línea a seguir en cada cinta es en principio establecida por los productores (primero Albert R. Broccoli, ahora su hija Barbara) y los escritores, que han formado un equipo relativamente constante a lo largo de los años. Sin embargo, a pesar de esto es el director de cada cinta de Bond quien ha sido el responsable de establecer el tono y la atmósfera de cada cinta, e incluso se pueden notar ciertos toques “autorales” en muchas de ellas.
Así, tenemos el tono rudo de las cintas de Terence Young, el toque cómico de Guy Hamilton, el énfasis en los personajes femeninos que maneja Michael Apted, y la dinámica acción de Martin Campbell. A la lista de cineastas que han dirigido una aventura del 007 se une ahora el director británico Sam Mendes, en lo que pareciera una dirección extraña dado que la carrera de Mendes (quien ha laborado tanto en teatro como en cine) no se ha caracterizado por estar dentro de la línea que maneja la serie de Bond, sino que se ha movido por temas mucho más intimistas desde su debut cinematográfico en 1999 con la aclamada “American Beauty”.
Egresado de la Universidad de Cambridge, Sam Mendes comenzó su carrera como director teatral en el Reino Unido, obteniendo un gran éxito con sus producciones que usualmente tomaban una obra ya conocida y se les daba un nuevo y fresco enfoque, siendo su más exitoso trabajo la adaptación que hizo del clásico “Cabaret”. De hecho, fue el que llevara “Cabaret” a Estados Unidos lo que lo hizo ser tomado en cuenta cuando se buscaba director para la cinta “American Beauty”. El productor Steven Spielberg, impresionado con la dirección de la obra, le sugirió considerar dirigir la cinta.
Los productores decidieron arriesgarse con Mendes (aunque le dieron el salario mínimo), y el resultado fue la creación de una de las mejores películas norteamericanas de los años 90s. “American Beauty”, salvaje deconstrucción del sueño americano, narraba las penurias de una familia de los suburbios y los secretos que todos esconden tras la fachada de “normalidad”. La cinta tuvo un éxito colosal, ganando incluso 5 premios de la Academia, incluyendo mejor película y mejor director. Mendes había logrado pasar exitosamente del teatro al cine.
En “American Beauty” sobresalen ya las características que tendría la obra de Mendes en general: un diseño visual minimalista pero eficiente, un cuidado ritmo en el desarrollo y sobretodo un enfoque total en la psicología de sus personajes. Curiosamente, rara vez los actores de Mendes lucen teatrales en sus actuaciones, pues su manejo del encuadre y su ágil narrativa visual, muestra que es un cineasta que entendió bastante rápido la enorme diferencia entre las dos artes.
Cintas como “American Beauty”, “Revolutionary Road” y “Away We Go” mantienen una temática común de los secretos que esconden las personas en sus relaciones: en las tres cintas existe una pareja a primera vista común y corriente, pero que se va descubriendo a sí misma a medida que la trama se desarrolla. Este tema común es lo que podría dar pie a pensar que no es un cineasta muy capacitado para realizar cintas de acción, sin embargo, Mendes no es realmente un extraño a las cintas de gran presupuesto, habiendo dirigido anteriormente las cintas “Road to Perdition” y “Jarhead” en el 2002 y 2005 respectivamente.
Sin embargo, lo que diferencia a estas dos cintas de películas similares en tema, es precisamente la atención que Mendes pone en el desarrollo de la psicología de sus personajes. Así, más que tratarse de la mafia o la guerra, las cintas de Mendes se meten en las emociones que viven sus protagonistas y como su entorno los afecta. Es precisamente a partir de estas características comunes en el cine de Mendes que se puede apreciar el porqué de su elección para el puesto de director de la nueva cinta de James Bond.
La serie de Bond, caracterizada por su constante reinvención a medida en que pasan los años, se reinició de nuevo en el año 2006 con “Casino Royale”, donde el actor Daniel Craig debutó como un James Bond en su primera misión, tras haberse ganado el grado 007. Esta reinvención permitió explorar una cara de Bond que no había sido vista antes, pues al ser un agente con menos experiencia (a diferencia del interpretado por los anteriores actores), generaba una nueva dinámica en su manera de reaccionar a su entorno.
Con “Casino Royale”, del director Martin Campbell, finalmente se pudo ver a un agente 007 más rudo pero más vulnerable a la vez (además que se pudo poner a Bond nuevamente en un entorno más “realista”, lejos de los artefactos empleados por las encarnaciones de Moore y Brosnan), logrando un gran éxito en su modernización del ícono británico. La segunda película, “Quantum of Solace” del director Marc Foster, continuó con este enfoque, siendo secuela directa de la anterior, presentaba a un Bond buscando venganza por los eventos de “Casino Royale”, mostrándolo lleno de furia y alejado del MI6.
Lamentablemente, la cinta de Forster no logró el mismo éxito que “Casino Royale” y el futuro de la serie de Craig como Bond quedó por un momento en el aire. Sin embargo, la elección de Mendes como director trae la sensación de que lo que se busca es un enfoque precisamente en la psicología de este Bond que ha ido creciendo para convertirse en el eficiente y letal agente secreto que fue el 007 de “Dr. No” (interpretado por Sean Connery). El reto del Bond bajo la batuta de Mendes será el combinar con efectividad las dualidades del 007, tanto las del personaje como las de la serie misma.
En el aniversario 50 de la serie, Mendes llega a la saga en el momento en que más se ocupa una visión que conjugue todo lo que representa el 007. Se ha establecido ya al Bond de Craig, ha vivido ya su historia de amor (“Casino Royale”) y su historia de venganza (“Quantum of Solace”), es hora de que este ya no tan inexperto James Bond muestre por qué tiene licencia para matar, y como se convierte en el mejor agente al servicio secreto de su Majestad. Y Mendes es una apuesta bastante apropiada para entrar en la mente del 007.