Cine

Burton y Nolan: Dos visiones diferentes

Desde que en el año 2003 se dieran a conocer los planes de Warner de reiniciar la franquicia de “Batman” con director británico Christopher Nolan a la cabeza del proyecto, se fue generando un gran interés en cómo se revitalizaría una franquicia que había caído en un abismo tras dos funestos episodios dirigidos por Joel Schumacher. El anuncio de Nolan de que evitaría la estilización con el fin de dar realismo a Batman incrementó aún más el interés, generando una expectativa que se sació dos años después, cuando el “Batman Begins” de Nolan salió a la luz.

El filme fue todo un éxito y Nolan fue aclamado como “el hombre que salvó a una franquicia”. Naturalmente, con éste éxito las comparaciones con los filmes anteriores no se hicieron esperar, específicamente con las dos primeras cintas, dos igualmente exitosas películas dirigidas por el reconocido director Tim Burton. Y es que, efectivamente, en “Batman Begins” Christopher Nolan desarrolló una muy particular visión del hombre murciélago, una visión que en principio luce tan radicalmente diferente a la de Burton que se antoja opuesta, pero que no obstante también tiene no pocas similitudes. Así que veamos un poco de la carrera y estilo de ambos directores pues, como cada autor que ha escrito o dibujado al caballero de la noche, Burton y Nolan le han dado a Batman su sello personal.

Tim Burton, enfant terrible.

Tim Burton en el set de “Beetlejuice” (1988)

Cuando Tim Burton fue contratado por la Warner Bros. para dirigir “Batman”, el director Californiano contaba solamente con 28 años de edad y una fama de ser capaz de realizar hits con bajo presupuesto (tras “Pee-Wee’s Big Adventure”). También tenía ya ganada una reputación de ser un artista visual poco convencional, un enfant terrible interesado en personajes marginados e historias inusuales y extrañas. Aunque no había sido nunca gran fan de los comics, Burton se había interesado en las recientes serie “The Killing Joke” (de Alan Moore), y el proyecto le parecía interesante pues sería su primer filme de gran presupuesto. Desafortunadamente, el proyecto no parecía avanzar.

El problema era que los estudios Warner no confiaban en “Batman” como producto. ¿La razón? El recuerdo más próximo de Batman para la audiencia promedio era la serie de televisión sesentera protagonizada por Adam West. La última cinta oficial del hombre murciélago había sido precisamente la versión fílmica de la serie, “Batman: The Movie”, la cual contenía toda la colorida comedia kitsch de la serie en versión aumentada. Ciertamente, el caballero de la noche no estaba en su momento más popular, y pensar una versión oscura de un personaje relacionado con una serie tan camp, no era una idea tan atractiva. Sin embargo, el éxito de la nueva cinta de Burton, la macabra comedia “Beetlejuice” (1988), dio el suficiente ánimo para que los productores pensaran que si había alguien capaz de hacer que Batman funcionara, era Burton.

Cabe señalar que el muy particular estilo de Tim Burton ya estaba bastante desarrollado para 1988, incluso se podría decir que “Beetlejuice” es el film donde lo terminaría de definir. Habiendo comenzado su carrera como dibujante (para Disney), el estilo de Tim Burton se caracteriza por ser preponderantemente visual, lleno de formas angulosas y colores sombríos que remiten tanto al Expresionismo Alemán de la era muda como a las películas de horror de los años 30s, 40s y 50s (sin duda el cine que lo nutrió de niño). Temáticamente, Burton retrata su infancia y adolescencia en su gran obsesión con los suburbios Estadounidenses, y a su diseño visual Gótico le agrega un toque kitsch de la era atómica. Tal combinación es sólo posible gracias al desparpajo y humor que Burton maneja en su tratamiento que le dan un tono de farsa a sus historias de diseño Gótico-Pop.

Todos estos elementos se conjugan en la que sería la primera cinta se superhéroes moderna. Anteriormente, el único referente era el “Superman” de Richard Donner (y secuelas), así como cintas menores como el “Swamp Thing” y el desastre de “Supergirl”. En más de un sentido, lo que Warner Bros. estaba intentando con Tim Burton era algo relativamente nuevo. Y el joven director tomó a todos por sorpresa. Lo que Burton realizó con “Batman” en 1989 fue una revolucionaria cinta que se alejaba por completo del optimismo del “Superman” de Donner para retratar a Batman y a su rival, Joker, como dos lados extremos de una misma psique retorcida. Inspirado por “The Killing Joke” y con la consigna de dejar atrás cualquier recuerdo de Adam West, Burton realizaría un maduro y estilizado trabajo que regresaría a Batman a su origen: torturado, complejo, y en medio de una ciudad aún más extraña que él.

Tim Burton y Michael Keaton en el set de “Batman” (1989)

El toque visual de Burton se tradujo en una ciudad Gótica donde “Gótica” es precisamente la palabra principal. Una jungla industrial que parece una cruza entre el decadente Nueva York de los 70s con la más exorbitante pesadilla Expresionista. En el Batman de Burton, la ciudad es un personaje tan importante como Joker o Batman. A pesar de haber realizado muchas comedias, Burton mantiene un tono preponderantemente serio en su “Batman”, y la comedia es principalmente producto del retorcido humor de Joker.  Y vaya personaje que hace Burton del Joker. Jugando con la dualidad entre Batman y Joker, lo que resulta es un duelo épico entre dos personas que para Burton, no son tan diferentes. Ciertamente algo que jamás se hubiera tratado en el “Batman” sesentero. ¿Y el público? Fascinado. “Batman” se volvería el más grande éxito de Warner Bros. en el año, y la película que finalmente probaría que efectivamente, sí se pueden hacer cintas exitosas basadas en superhéroes.

Tras “Batman”, Tim Burton se volvería ya un director respetado en la industria, lo que le permitió llevar a la pantalla una historia más persona (“Edward Scissorhands”). Sin embargo, a Hollywood le encantan las secuelas, así que de nuevo Burton y compañía fueron reclutados para realizar una segunda “Batman”. Los estudios no se esperaban lo que pasaría, pues ya con la libertad que da el ser un director exitoso, Tim Burton haría de “Batman Returns” un delirante viaje al lado oscuro. Tomando como villanos a Catwoman y a The Penguin, Burton crea una cinta de Batman más salvaje, más violenta, más psicótica, y más sexual.

Finalmente, Burton revela que lo que le gusta de Batman son los villanos, y de estos dos icónicos personajes crea imágenes inolvidables. La sensual Michelle Pfeiffer inmortaliza el erotismo de Catwoman mientras que Danny De Vito hace de The Penguin un monstruo, horrible por dentro y por fuera, pero que (claro, en la mejor tradición de Burton), en el fondo sólo busca ser querido. Ciudad Gótica se vuelve un imponente monstruo de concreto, de una decadente grandiosidad mejor ejemplificada por las dos magnificas estatuas que adornan su parque central. ¿Y Batman? En “Batman Returns” Batman queda dividido finalmente entre su deber y sus sentimientos, y en general se podría decir que es en esta cinta donde el caballero de la noche acepta algo que en el fondo ya sabíamos: hay que ser un psicótico para ponerse una capucha y pelearse con más psicóticos.

Resultado: A pesar del nuevo éxito, a los estudios no les gustó la cinta por considerarla demasiado “para adultos”. Burton abandonaría la serie debido a esta opinión. Esta decisión caería como una pesada carga para el caballero de la noche, carga que tardaría años en removerse.

Christopher Nolan, caballero inglés.

Christopher Nolan y Guy Pearce en el set de “Memento” (2000)

Pero antes de hablar de Nolan, ¿Qué pasó con Batman? Tras retirar a Burton de la saga, los estudios contrataron al director Joel Schumacher (que había probado ser eficiente artesano de thrillers populares) con una simple consigna: igualar el éxito del primer Batman pero con un producto atractivo para las masas. Lo que Schumacher haría sería eliminar los rastros de Burton, aligerar muchísimo el tono de la serie y contratar actores “hot” para sus cintas. Así, los rostros más populares de los 90s (Kilmer, Clooney, Carrey, Thurman…) desfilaron por la saga en dos cintas cada vez más coloridas y cada vez más patéticas. El tono cómico kitsch que tanto se había evitado al realizar “Batman” en 1989, volvía por sus fueros. La jugada no le salió a Warner y tras el estrepitoso fracaso de la segunda cinta de Schumacher, “Batman & Robin” (1997), mandaron a Batman a la congeladora.

En el caso del director británico Christopher Nolan, no fue el estudio quien lo buscó, sino al revés. Con tres largometrajes de bajo presupuesto (pero de gran éxito) bajo el brazo, Nolan se encontraba el 2003 abriéndose paso en Hollywood, por lo que se unión al guionista David S. Goyer con una meta: convencer a Warner de que un director relativamente desconocido como él podía hacer un nuevo capítulo de Batman. La idea no era del todo descabellada pues después de todo, ¿qué podría ser peor que “Batman & Robin”? El proyecto funcionó y Nolan consiguió no sólo apoyo para su “Batman”, sino la ventaja de tener ya de entrada la libertad creativa para realizar su visión. El detalle principal sería que la nueva cinta no tendría relación con las pasadas, sino que sería el principio de una nueva saga, con un estilo totalmente diferente.

Como se mencionaba antes, Nolan ya tenía un cierto camino recorrido al momento de comenzar la producción de la ya titulada “Batman Begins”. Habiéndo realizado varios cortos en su época de estudiante, Nolan dirigiría su primer largometraje de manera independiente: “Following” en 1998, thriller realizado con un presupuesto ínfimo donde Nolan desarrollaría un método de trabajo que le ganaría la reputación de ser un eficiente cineasta capaz de hacer mucho con muy poco. En “Following” experimentaría con la narrativa desordenada, la cual llevaría al siguiente nivel en su siguiente filme. Gracias al éxito de “Following” en festivales, Nolan consiguió presupuesto para realizar su primer largometraje en América: “Memento”. Un thriller policial de corte noir, “Memento” presentaba una interesante premisa: la narrativa del filme corre en reversa, con el fin de reflejar la incapacidad del personaje principal de generar memorias. La innovadora cinta tendría un éxito tremendo en el circuito independiente, lo que le abriría a Nolan las puertas de Hollywood.

Su primer trabajo “Hollywoodense” sería otro thriller policial, “Insomnia”, remake del filme Noruego del mismo nombre. Nuevamente, Nolan haría gala de su inventiva como cineasta para reflejar en lo visual los problemas físicos y psicológicos de los personajes. Esto es ya definitorio del estilo de Nolan, un estilo que por encima de lo visual (y en ocasiones por encima de la lógica misma de su historia), se preocupa sobremanera por los personajes y sus características. Es un cine en cierto sentido realista en el sentido visual, ya que Nolan no hace gala de estilización alguna en su diseño, pero compensa esto siendo en general muy fuerte en su desarrollo de la psicología de sus personajes. Es un enfoque que podría catalogarse como humanista, pues lejos de juzgar moralmente a sus personajes, Nolan se esfuerza por simplemente emplear el cine como medio para reflejar sus psicologías al natural.

Christopher Nolan, Katie Holmes y Christian Bale en el set de “Batman Begins” (2005)

Es con este enfoque con el que Nolan llegó a la franquicia de Batman, decidido a romper con la colorida pesadilla de neón que había creado Schumacher y con la meta de devolverle al caballero de la noche su seriedad. Es por eso que lo primero que se nota en “Batman Begins” es el hecho de que este Batman está totalmente asentado en nuestra realidad. Sin ninguna estilización, Nolan presenta una Ciudad Gótica que podría ser cualquier urbe: sucia, polvorienta, corrupta. La corrupción es el principal tema de Nolan y esta permea cada esquina de ciudad Gótica (a diferencia de la psicosis, que es el tema de Burton). En este mundo surge Batman, un hombre cansado de la situación y con los recursos necesarios para tomar cartas en el asunto. Este Batman es un hombre consumido por una misión: limpiar Ciudad Gótica cueste lo que cueste, y esta idea lo lleva a unirse a la Liga de las Sombras de Ra’s al Ghul, organización enfocada a destruir la corrupción del mundo. Sin embargo, la radical diferencia de métodos entre ambos hombres los lleva a una ruptura, y eventual enfrentamiento, formando el eje principal de la trama.

Es así que para Nolan, Batman es un canto al vigilantismo, representando un enfrentamiento individual contra la corrupción de la sociedad, un enfrentamiento que sin embargo, dejará graves consecuencias en la vida del vengador enmascarado. Y así como Bruce Wayne se une a las filas de los típicos personajes torturados de la filmografía de Nolan: hombres solitarios que se enfrentan al mal a pesar de irse corrompiendo por esa misma lucha. A diferencia de Burton, Nolan no está enamorado de sus villanos (que en “Batman Begins” son meros pretextos), sino de su héroe. Batman es siempre el centro de todo, y en la visión de Nolan finalmente hay una exploración de lo que representa vivir la dualidad Wayne/Batman. Dicho de otra manera, para Burton, Bruce Wayne es el disfraz de Batman, mientras que para Nolan, Batman nunca deja de ser en el fondo Wayne. Todo con un enfoque realista hasta en el batimovil, que en su saga se vuelve un utilitario vehículo de defensa en vez del elegante y estilizado artefacto Burtoniano.

Batman Begins” con su enfoque realista y contemporáneo, rompió la imagen que había creado Schumacher y cumplió lo prometido: renovó una franquicia que estaba considerada muerta. En cierta forma, Nolan repitió la hazaña de Burton al tomar un personaje que se había convertido en una autoparodia y devolverle la credibilidad. Nolan retomaría la saga con “The Dark Knight”, donde pondría en la jugada a Joker. Esto presentaba un reto interesante, pues no sólo sería el mismo personaje que Burton volvió legendario en la interpretación de Jack Nicholson, sino que a diferencia de Ra’s al Ghul  y el minimizado Scarecrow de “Batman Begins”, Joker ya se adentra en el lado más extravagante del universo de Batman. La duda sobre como resolvería Nolan la situación fue respondida con una escalofriante versión del payaso del crimen realizada por Heath Ledger. El Joker de Nolan retoma el lado más oscuro de Batman y se vuelve el total opuesto del caballero de la noche (otra diferencia más entre los enfoques de Nolan y Burton). Un elemento de locura que amenaza el orden impuesto por Bruce Wayne. El lamentable deceso de Ledger impedirá un seguimiento a este choque de fuerzas, pero presenta un nuevo reto para Nolan, quien a diferencia de Burton, si tendrá el privilegio de realizar una tercera parte de su saga.

Dos directores muy diferentes, dos visiones muy diferentes también. Pero esto no necesariamente significa que una sea mejor que la otra, son simplemente diferentes, tan diferentes entre sí como son el Batman de Alan Moore al de Frank Miller, el Batman que presentó Dennis O’Neil y este a su vez al original de Bob Kane. Todas estas versiones tan diferentes unas de otra nos representan el mismo mito: el del caballero de la noche que enfundado en las alas del murciélago se enfrenta a la oscuridad del mundo. Y el único beneficiado de esa variedad de interpretaciones es sin duda el público.

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