Hablar de filmes políticos es todo un tema aparte de la cinematografía ordinaria, nos hace adentrarnos en un canal que hasta el momento corre en una sola vía dominada por un monopólico sentido liderado por quienes tienen la mayoría de la producción fílmica del mundo.
Estados Unidos ha creado una figura de acción intocable. No hablo ni de Terminator, ni de Superman y mucho menos de James Bond o de Rambo. Hay un héroe silente que ha sido protegido con el paso del tiempo e iconizado de manera patriótica para la posteridad del cinespectador: El presidente.
Hollywood nos ha vendido la idea de que en EUA se inmortaliza a sus mandatarios como héroes, y este impulso creció en la cultura estadounidense en la década de 1920. Habremos de recordar el monte Rushmore, el cual fue iniciado a la par de cuando empezó el boom del cine en California, o también la estatua de Abraham Lincoln en su memorial en Washington D.C. sin olvidar el obelisco de George Washington en la misma ciudad.
El culto al presidente es un rasgo característico en esta cultura que se ha cosechado con el paso del tiempo. En otros países también habrá monumentos o efigies que conmemoren a sus pasados mandatarios, pero… ¿Cuál es el porqué en la diferencia de este tributo presidencial?
El primer filme en tener un presidente de EUA se hizo en 1909, causalmente fue de el primer presidente estadounidense. Joseph Kilgour fue el actor que encarnó el papel en Washington under the american flag y repitió su rol 3 ocasiones más. El segundo presidente en ser interpretado en la pantalla fue el icónico Abraham Lincoln, en el filme The Birth of nation. Joseph Henabery interpretó el papel en 1915.
La lista es larga y hay material para nadar en él, pues no parece casualidad que el inicio de la cinematografía en Estados Unidos venga de la mano de hacer filmes con justificación política, ¿Qué intereses podía tener el gobierno de EUA en la meca del cine?
Thomas Alva Edison ideó un aparato llamado quinetoscopio que fue desarrollado en conjuntocon William Kennedy Laurie Dickson y que consistía en proyectar un celuloide que se corría de manera continua. Posteriormente, se buscó unir a este aparato el fonógrafo (Inventado por el mismo Edison) para así obtener sonido durante la proyección, pero fue un fracaso por las constantes fallas de sincronización. A parte de estos sucesos Alva Edison contaba con la patente para el proceso de filmación, por lo que podía cobrar tarifas a quienes quisieran reproducir el modelo o simplemente filmar en celuloide.
Al mismo tiempo D.W. Griffith fue el cineasta pionero que destacó fuertemente en la década de 1910 ya que con el lanzamiento del filme The Birth of nation -que no olvidemos, fue el primer filme en mostrar a Lincoln- utilizó avanzadas técnicas de narración visual -algo que marcó al estilo Sergei Eisenstein. Fue una de las figuras destacadas en el inicio de la cinematografía en Estados Unidos.
Hay incertidumbre para reconocer cual fue el primer presidente estadounidense en aparecer a cuadro en celuloide. En el programa Jeopardy el 22 de junio del 2009 como pregunta final se formuló que Grover Cleveland fue el primero de los presidentes en ser filmado, al ser capturado firmando una declaración de ley en 1895. Pero especialistas aseguran que William McKinley fue el primer presidente en ser filmado el 4 de marzo de 1897 al tomar protesta como Presidente de los Estados Unidos.
¿A que viene todo esto? Las posiciones de poder que tuvieron estos y otros personajes durante la historia estadounidense han estado resaltadas por un silente resguardo que está a la vista de todos, pero que pocas personas logran descubrir. Las sociedades secretas jugaron un papel decisivo en la determinación de roles que cada figura pública tenía en aquel entonces.
Edison fue un conocido masón que al poseer la invención y el derecho sobre patentes para todo lo relacionado con el cine, podía controlar o facilitar sus herramientas para quienes lo requirieran. Tal fue el caso de D.W. Griffith, quien también fue masón y filmó una película que enmarcó a uno de los presidentes íconos de EUA. Por otro lado, Grover Cleveland se sospecha que tenía nexos con los Illuminati y William McKinley fue también un reconocido masón en su tiempo. Casualmente, los filmes de su periodo presidencial fueron capturados por Thomas A. Edison.
Teorías de la conspiración puede haber hasta en la sopa y la realidad quedará incierta, pero lo que si sabemos es que EUA empuja arduamente por salvar a sus figuras patrióticas, cosa que en otros países no sucede en su cinematografía.
Tal es el caso de ‘El último rey de Escocia’ filme inglés que explora parte de la vida de Idi Amin, tercer Presidente de Uganda convertido en Dictador. Este filme, a pesar de ser ficticio, refleja la temática política de un país que ha sido golpeado por regímenes corruptos, asesinatos extrajudiciales, persecución étnica, entre muchos otros crímenes de derechos humanos.
La cinematografía internacional había descartado a mandatarios o cargos políticos presidenciales, pero poco a poco empieza a ver ciertos filmes que descubren la faceta escondida de los personajes políticos de los que alguna vez llegamos escuchar hablar.
La reconocida cinta de Bertolucci ‘El último emperador’ vendría a reflejar un contraste histórico acerca de la vida de Puyi, el último heredero a ser emperador en China, pero que fue desplazado por la entrada del nuevo gobierno comunista. En esta visión mucho más artística y cultural, se siente la empatía con un personaje que es despojado de su único deber en la vida, el gobernar a una nación, pero Bertolucci más que compadecerse por Puyi como el gobernante, busca el lado humano del personaje, retratando más a la persona y resaltando al político solo cuando el contexto histórico lo requiere.
Vatel, filme de Roland Joffé, refleja un fragmento de la vida de Luis XIV, el rey sol, el cual vivía descaradamente en la opulencia, al grado de dejar en la quiebra a sus súbditos o a los comercios que suplían de menesteres al palacio de Versalles. La cinta marca el periodo previo de la guerra con Holanda y para liberar tensiones y seguir en la frivolidad Luis XIV visita a Luis II de Borbón-Condé en el Château de Chantilly donde se dan todo tipo de lujos y placeres para complacer los caprichos de su excelencia.
El discurso del Rey, basado en el Rey Jorge VI de Inglaterra con una amplia recepción y aceptación en el 2009, dejó al descubierto su terror de habla en público, dándonos un acercamiento humano de alguien que en su momento debió de ser un personaje intocable e irrefutable.
La dama de hierro, filme estelarizado por Meryl Streep, dio también de que hablar, ya que retrata tanto la vida de plenitud y la incursión a la política de la que fue Primer Ministra de Inglaterra, Margaret Thatcher, así como su duro desempeño en este cargo, hasta la vejez en la cual el filme insinúa que sufre de demencia.
Hollywood se encuentra lejos de exhibir a un Presidente, salvo si el caso lo amerita, tal como sucedió con el filme Frost/Nixon, que documenta las entrevistas que se hicieron en vida real de parte del periodista David Frost hacia el ex Presidente Richard Nixon. La entrevista fue polémica en su tiempo y tuvo un raiting sin precedentes en la televisión estadounidense.
El tema es amplio y divergente, pero como bien se sabe, en gustos se rompen géneros y algo nos queda claro: Estados Unidos dará su lado patriótico para enaltecer a sus mandatarios y nos traerá la figura solemne de acción, que tal vez no necesitamos, pero que este país requiere.
Lincoln, el nuevo filme de Spielberg, promete ser una entrega que dure a la posteridad y es probable que logre posicionarse dentro de la próxima entrega de los Oscares. Tal vez este furor presidencial solo se quede en las pantallas, lo que desconcierta es que luego se vuelva en una explotación mediática en la que no podamos escapar al mero estilo Orwelliano.
Saludos insurgentes.
H.