No puedo escribir sin hacer del acto mismo, una experiencia personal.
Curiosamente la primera película de zombies que vi en mi vida es una de las consideradas lo peor del género. Gracias a esta extraña pieza confusa, con música plagiada, “calcada” a momentos de Dawn of the Dead de George A. Romero, es para mi cuenta personal, el origen de muchas pesadillas y momentos de sobresalto entre el niño y posterior adolescente que fui a principios de los ochentas.
Gracias a ello, he llegado a entender mucho mejor que muchos, y con la cronología correcta, la accidentada trayectoria del género fílmico zombi.
Es cierto, antes de 1968 había películas de zombies, pero las historias no hablaban de seres descarnados que comiesen la carne viva de sus víctimas. Las primeras películas de zombies sólo abordaban el gusto-temor por lo exótico del norteamericano por las tradiciones de los pueblos sudamericanos y reflejaban con muchas imprecisiones el concepto del vudú haitiano.
Pero un joven publicista de Pittsburgh en compañía de otros nueve amigos, llega a la escena formando Image Group Ten (Grupo Imágen Diez) y con ellos realiza junto con John Russo, una modesta película de ínfimo presupuesto, en blanco y negro que se convertiría en el inicio de un género, un movimiento, una identidad y una mercadotecnia imparable. Con una limitadísima distribución en cines y con un accidente en el nombre con el que se liberó (cosa que provocaría que nadie pudiese resultar el propietario de los derechos y por ello acabará en el dominio público) “La Noche de Los Muertos Vivientes” (Night of the Living Dead) se convierte en una de las películas independientes más exitosas de la historia.
No sólo eso.
Ante el cansancio que ya presentaba la sobre explotación de los recursos que ofrecían monstruos como Frankenstein (cadáver reanimado), Drácula (El no Muerto), El Hombre Lobo (Hombre maldito de licantropía), la Momia (Muerto sin reposo), los zombies Romerescos llegan a tomar el relevo con singular alegría. ¿Por qué?
Muy simple: El zombie provoca fascinación especialmente por las reglas que determina convenientemente Romero en una genialidad irrepetible. El Zombie es un muerto que ha regresado a la vida y cuyo comportamiento carece de inteligencia o emociones, parece motivado tan sólo por el básico instinto de comer, cosa que lo lleva a buscar atacar a presas vivas exclusivamente; a quienes irremediablemente morderá y deseablemente devorará. Si la víctima es mordida (o su sangre recibe exposición con saliva, sangre o, en algunas ocasiones, moco) de un zombie, eventualmente morirá por una aparente infección que derivará en transformarle en un zombie también.
Por si fuera poco este mágico mecanismo de reproducción, los zombies son el Caballo de Troya, pueden ser tu mamá, tu abuela, tu hijo, o tu prometida, por ello te costará trabajo repelerlos, abandonarlos, desactivarlos y/o matarlos. las emociones harán difícil que quieras ser práctico.
Como en la mayoría de los casos (al menos en su inicio) los zombies sólo gimen o hacen el mínimo ruido posible y pueden pasar periodos sin movimiento, esto los deja como “minas subterráneas” ya que uno puede pasar cerca de un zombi sin considerarle potencialmente peligroso y eventualmente ser atacado o mordido ante algún reflejo o reacción del mismo.
En el fondo el zombi representa sociológica y psicológicamente el “terror último”. Refleja en primera instancia el miedo latente de la sociedad norteamericana al comunismo, en el cual una masa sin sentido de la propiedad, lealtad o individualidad puede enfrentarse sin remordimientos al orden establecido, los zombies desafiarán el comercio, la prosperidad, las fuerzas del orden, el sistema de seguridad social y de salud y no se arredrarán ante gobierno ni autoridad alguno. Y para poner la cereza en el pastel, los zombies son un oscuro destino para nosotros, caminar por el mundo sin reposo, descomponiéndonos, devorando tristemente cualquier vestigio de humanidad, no más superbowl, no más día de acción de gracias con la familia, no más los retos de una profesión ni el consuelo de la fé.
Vaya que los gringos tenían que quedar en parálisis ante un monstruo tan terrible, el zombi es el enemigo perfecto de “The All American Way” (El modo de vida americano). Así que los zombies devoradores comenzaron sus andanzas cerca de Pittsburg.
¿Dónde entra la bella Italia en el juego?
Bueno. Italia tiene una rica historia con las artes y la cinematografía en sí y como los zombies habían probado ser un “monstruo de bajo presupuesto” eran perfectos para los niveles de explotación que ya daban tramas de caníbales y exploración trágica de la naturaleza que dirigían con gran rentabilidad muchos entusiastas de poner una cámara a rodar tan sólo para hacer dinero sin tener que invertir cerebro, guion ni gran calidad histriónica.
Sin embargo la realidad es que el género no hubiera “prendido” en Europa si no hubiesen intervenido dos grandes artistas de la dirección y producción cinematográfica italiana para generar en los zombies un producto con mucho derecho a ser también un “producto nacional”.
Darío Argento, por mucho un gran genio del horror, suspenso y sobrenaturalidad, que ya tenía su propia trayectoria y leyenda, decidió contactar a la fuente, al “padre” del Zombi y le ofrece el financiar una secuela a “Night of the Living Dead”. Romero aceptó y, de manera general y para la verdadera información que deben conocer los Wikipedautas, ocurren tres cosas dignas de anécdota para comprender la historia y el fenómeno fílmico del zombi:
- John Russo y George A. Romero disputaron el derecho a hacer secuelas de “La Noche de los Muertos Vivientes”. El resultado del litigio resolvió que Romero tenía permiso de hacer más películas bajo el título de Muertos (sin el Vivientes) y Russo se quedaría con el derecho de hacer secuelas con títulos de “Muertos Vivientes”. Esto es muy importante ubicarlo en tiempo y forma ya que uno y otro hicieron películas apegados a ésta resolución, dictada entre mediados y fines de los años setentas, y que por ello generará en cierta forma dos tipos de zombies con ciertas características distintivas en los años ochentas.
- El trato celebrado entre Romero y Argento, estipula que Romero tendrá el presupuesto para rodar la película y eventualmente la editará y “su corte” (Romero tituló la secuela de “La Noche de los Muertos Vivientes”, “Alba de los Muertos”, mientras que Argento tituló su versión simplemente “Zombie”), y sería distribuido en América, mientras que Argento se reservó el derecho de editar y modificar a su gusto el producto para su distribución Europea (Ganar, ganar)
- Bajo el nombre de “Zombie” Argento no dejaba ningún secreto para el mercado Européo de lo que se trataría la película a distribuir. Pero no contaba con que otro director paisano, el inolvidable Lucio Fulci, haría en tiempo record, apegado al nebuloso derecho Italiano para el registro de títulos para obras fílmicas, una cinta titulada Zombie 2 que en nada estaba relacionada a la colaboración Romero-Argento pero que en realidad estaba relacionada al ser una película de zombies con algunos “permisos”. Después de todo, los zombies de Fulci son místicos, tienen que ver con el vudú, las maldiciones y los conceptos religiosos, mientras que Romero jugueteó con el tema pero jamás se decantó por la espiritualidad.
Okey. Ya viajamos desde el sesenta y ocho hasta casi, casi fines de los setentas, todos ganaron, todos se dieron a conocer, más la gente se dividió entre preferir el discurso sociopolítico de Romero frente a la crudeza y falta de humor de Argento y, además, se polarizó a Fulci y Argento queriendo establecer que director era plagiario o genuino (Personalmente es un debate estúpido, técnicamente Argento jamás dirigió realmente una película de zombies, mientras que Fulci se anotó por lo menos tres directamente) y todavía esta historia retomará el inicio de mi relato con la llegada de un infame director italiano, Bruno Mattei.
Mattei plagió a la mala Dawn of the Dead robándose descaradamente elementos de trama y banda sonora, rellenando huecos fílmicos con metraje de documentales y generando muchas escenas hilarantes. Pero para ser justos, Mattei retomó algo del discurso sociopolítico de Romero y le dio una lobreguez especial al fenómeno zombie, en la cual el moderno Resident Evil le debe mucho ¿Que tal si los zombies no son un fenómeno fortuito o místico y son parte de un esquema de armas militares para el control poblacional y/o la dominación mundial? Tampoco es tan grande el mérito, Romero ya lo había planteado en The Crazies, aunque sin zombies específicamente)
Pero agregó la crudeza visual del hinte Italiano de antropófagos, le sumó el terror genético que las guerras dejaron en los residentes de las grandes ciudades Europeas.
Esto vino a dejar aún más marcada la línea entre el zombi Europeo (específicamente Italiano hasta aquí) y el zombi americano.
Avanzan los años ochentas y hambriento por explotar su parte de la parcela de los muertos vivientes, John Russo entró en contacto con el hombre orquesta, Dan O’Bannon, para que le produzca una película de Zombies.
Sólo que cuando no salieron “valientes” para dirigir, O’Bannon tomó la dirección de la cinta marcando de entrada su interés para alejarse lo más posible de la posibilidad de confrontar a Romero.
Esto le permitió generar un producto aparte que le dio una característica nueva a los zombies: Ya no devorarían gente en general.
Los zombies quieren comer cerebros para apaciguar el dolor de estar muertos. Y no mueren de un tiro en la cabeza (Canon Romeresco) los zombies de O’Banon-Russo son entidades totalmente animadas que aún en partes siguen atacando. Si le sumamos los elementos punk y de asociación a los jóvenes con música de Trash Metal y Rockabilly, The Return of the Living Dead provoca una escisión y una serie de confusiones en la continuidad de las historias de zombies norteamericanas. Pero gracias al levantón, al auge que toma el tema de los zombies gracias al estreno, aún George A Romero resultó beneficiado, al ver que volvía el interés por el género y atreverse a dirigir una tercera entrada en la continuidad de sus historias temporizadas de zombies (Noche, Alba y ahora Día de los Muertos).
A partir de aquí fue un desgarriate.
Surgieron montones de películas campy (Enfocadas a adolescentes y de ínfimo presupuesto) Españolas, Italianas, Alemanas, Mexicanas (en coproducción) y por supuesto Norteamericanas.
Algunas eran de zombies canónicos que devoraban cuerpos enteros y otras con zombies gourmet que buscaban la sesera de sus víctimas. El género llegó a la sobrexplotación en la que un tipo con pintura verde en la cara ojeras profundas y caminando como sonámbulo era más que un zombie aceptable.
Pero del hartazgo resultante de ya no saber si uno estaba viendo la continuación, un producto diferente, o un vil plagio, llegó el silencio.
El género no murió del todo pero ya no resultaba sorpresivo.
Hasta que llegó el mesías esperado…
Capcom con un título del recién acuñado término de survival horror, combina lo mejor de lo aprendido con el anterior coctel fílmico de zombies con el éxito de los rpg’s para consolas y PC.
El ya no ser sólo un espectador de las historias de zombies, escapar, luchar con ellos y protagonizar una estrategia de supervivencia, resultó todo un acontecimiento.
El resto de esta historia es contemporáneo y del dominio público, secuelas interminables de juegos alternativos como Dead Rising, House of Dead, Dead Island, las versiones fílmicas de los videojuegos, los remakes, y el impacto de comics como Walking Dead y su traslación a la primera teleserie de zombies, la exploración de los nuevos posibles escenarios para los zombies como los reality shows, el gran agregado de la comedia como elemento que aunque no fueron los pioneros, si son los que mejor lo han hecho, Shaun of the Dead, zombies en Manga y Anime como Highschool of the Dead.
Hoy hay marchas zombie, hay moda zombie, tatuajes zombie, antojitos y confites zombie. Le entrada de Max Brooks en la escena editorial con la guía de supervivencia del holocausto zombie, son la mejor muestra de lo mucho que hemos podido abrazarnos de nuestro miedo y hacerlo parte de nuestra cotidianeidad.
Y se debe principalmente, como ha quedado documentado, al genio de George A. Romero y al entusiasmo de los italianos a traducir hacia su manera campechana de hacer las cosas un mito que le venía bien a la vieja Europa.
¿Quién es mejor?
Que risa de pregunta. Es la pregunta que puede zombificar a miles de nerds/geeks/freaks en algún blog sin qué hacer.
¿Mi percepción personal?
El cine americano de zombies es el origen y por ello merece el respeto de la creación conceptual.
El cine Italiano con sus excesos y sus inconsistencias le proporcionó al género las características oníricas y desoladoras que sólo un continente que ha enfrentado tanto a la muerte puede dar.
Me quedo con ambos pero como les dije al principio, yo me involucré para toda la vida al género zombi a resultas de haber visto una de las peores representantes, una cinta italiana de Bruno Mattei:
“Hell of the living Dead”, tambien conocida como “Night of the Zombies” o, en México, “Virus”.
1 thought on “Zombies: Hot Dogs estilo New York y Raviolli a la italiana.”