La primera vez que vi El primer vengador, reconozco que estaba escéptico; cualquiera que no sea norteamericano lo hubiera estado, pero al terminarla me di cuenta de que se trataba de un ser humano de voluntad y principios al que le daban el don de servir a los demás, así que la vi otra vez. Cuando salió El soldado de invierno fui más escéptico aún, y no porque se diga que las segundas partes son malas, sino porque dudaba que pudiera superar a su predecesora, y una vez más me sorprendió; estuve tan atrapado en su realidad que ni siquiera noté su duración. Con Guerra Civil ya no albergué ninguna duda: iba a hacer justicia a las anteriores, iba a superarlas.
Capitán América: Guerra Civil es todo lo que prometió. Contiene los elementos que han hecho exitoso Marvel Studios, pero sin desapegarse del estilo particular de la saga que lleva en el nombre; funciona excelente como secuela, no sólo propia, sino dentro del universo donde está ubicada, lo que la hace fundamental en el desarrollo de historias por venir.
El argumento es de todos conocido: tras un trágico accidente, los gobiernos del mundo concluyen que los superhumanos constituyen también una amenaza, y deben ser regulados por la ONU, así que crean un tratado que debe ser firmada por aquellos con superpoderes para que puedan seguir operando, ahora al amparo de la ley. Tony Stark (Robert Downey Jr.) entiende que es la única manera de seguir protegiendo al mundo, pero Steve Rogers (Chris Evans) lo ve como una limitante de acción, iniciado un encuentro moral entre ambos, que se ve agravado con el misterioso regreso del soldado del invierno, Bucky Barnes (Sebastian Stan), amigo de la juventud de Rogers.
La principal ventaja de esta película es ser una secuela cuyos personajes han trascendido sus propias franquicias, algo que el equipo creativo no nada más tuvo en mente, sino que aprovechó al máximo. Se nota desde el inicio porque no tiene que introducirnos a nadie y puede partir de la acción, la trama se apoya en los hechos de las dos entregas de Los Vengadores, así como en Capitán América: El soldado del invierno, lo que le da solidez y un amplio margen de maniobra.
Evaluar la calidad histriónica es un asunto delicado, porque esta clase de género no suele ser muy tomado en serio, sin embargo, sí influye en el resultado final de la producción. Y es que a veces no parece que haya alguien actuando, sino siendo sí mismo, una particularidad que no es necesariamente mala, pues le da credibilidad a los personajes y les permite desarrollarse con mayor comodidad, aunque esto habría que aplaudírselo a la producción, más específicamente al responsable del casting. Pero si hay que dar un veredicto sobre el reparto, es que no defraudarán a nadie.
El Capitán América no es cualquier superhéroe, es un símbolo, y eso es algo que Chris Evans entiende a la perfección y ha sostenido en cada aparición, como si hubiese sido su destino interpretarlo. Downey Jr. ha impreso tanto de su personalidad a Ironman que no podemos imaginarlo con nadie más; seguramente su saga nunca hubiera sido tan exitosa en otras manos. El resto del elenco ya conocido aporta justo lo que se espera de ellos, siendo de bajo perfil cuando deben serlo y asumiendo el control cuando lo exige el guión. Pasando a los de nuevo ingreso, Tom Holland (Peter Parker) tiene la frescura que el joven Spider-Man necesitaba, de hecho, su personaje sobresale en cada escena que aparece. Tampoco lo hizo nada mal Chadwick Boseman (T`Challa/ Black Panther) pues no se queda corto con un personaje que rezuma solemnidad.
Resulta odioso hacer comparaciones entre franquicias pero también es inevitable dada la abierta competencia entre ambas. En ese sentido, este es el ganador. La razón no es una cuestión técnica, narrativa, histriónica o de producción en general; puede que tenga que ver quien pegó primero, pero creo que la verdadera causa es la humanidad en sus personajes, y el mejor ejemplo es esta entrega de Capitán América, pues los vemos dudar y discutir, enfrentarse y romper vínculos, poner en riesgo su futuro. Cualquiera de nosotros puede identificarse con sus errores o inspirarse con su sacrificio, porque tenemos un móvil que nos empuja a hacer las cosas que hacemos. Capitán América: Civil War nos dará a todos un motivo para salir del cine más que satisfechos.