En lo que a videojuegos respecta, Blizzard Entertainment nunca ha dado un paso en falso. Maneja sólo unas cuantas franquicias y se toma su tiempo para cada nuevo lanzamiento, pero cuando lo hace tiene el éxito asegurado. Seguramente, su título más importante es World of Warcraft, que ha llegado a tener más de once millones de usuarios registrados e impuso el standard en su género. Por eso, cuando Blizzard decide dar el salto al séptimo arte y se alía con Universal Pictures para producir un filme con el título Warcraft, no es posible ser indiferente.
Los orcos son una raza de criaturas bestiales que han devastado los recursos de su mundo y se preparan para la conquista de uno más fértil. Los lidera Gul´dan, quien sustenta su poder en el manejo de la energía vil, de la que se sirve para abrir un portal hacia los reinos de Azeroth, donde humanos, enanos y elfos viven en paz y armonía. Con la invasión a sus puertas, es en el reino humano de Stormwind donde se encargan de enfrentar la nueva amenaza. Su comandante, Anduin Lothar, con ayuda de un mago trunco llamado Khagdar y un misterioso ser conocido como El Guardian buscan desentrañar los secretos del portal para salvar a su pueblo de la guerra. Pero no son los únicos que ven por su gente, y Durotan, un jefe de guerra orco, combatirá a quien sea para que sobreviva su especie.
Warcraft cuenta con un reparto de lo más obvio y cómodo, lo que sienta bien a una película con impresionantes efectos visuales. Travis Fimmel (Anduin Lothar) ya ha trabajado con armas en las manos y tiene el semblante de un peleador curtido, mientras se apegue a eso está bien, pero en cuanto tiene que cambiar de matiz y mostrar distintas emociones, sólo tiene dos expresiones: enojado y sarcástico. Es distinto con Durotan porque es digital, a quien hay que aplaudirle es al equipo técnico y sobre todo, a Toby Kebbell, quien presta su voz, y con eso le bastó para dar intensidad al personaje. Paula Patton (Garona) es quien probablemente la tuvo más difícil, dado que su caracterización la limitaba, mas no la ocultaba, y su papel era de mucha carga emocional, sin embargo, la chica se supo valer de los recursos que le quedaban y salió airosa, algo que merece reconocimiento. El rostro conocido del elenco debe ser el de Ben Foster (Medivh/ El Guardian), y por mucho, también el más destacado. Su capacidad actoral es incuestionable, y la diferencia entre él y sus colegas es patente cada vez que sale a cuadro, empero, no los opaca, sino que los alza a su nivel, dando a la escena el balance adecuado. El resto del elenco pasa sin pena ni gloria, Dominic Copper (Llane Wrynn) hizo un trabajo aceptable, pero definitivamente carece del porte necesario, y Ben Schnetzer (Kadghar) llegaba a resultar incómodo a la vista en ocasiones, y no porque se desempeñara mal, sino porque parecía sacado de una película para la televisión, aunque hay que concederle que eso no es culpa suya. Parece que la consigna en el casting fue escoger actores de aspecto juvenil para los papeles principales, en cuyo caso, sabemos al público que están apelando.
En la dirección hay disparidades muy notorias. Por un lado tenemos las fenomenales escenas de batalla con planos abiertos de ejércitos cargando uno contra el otro, desplazamientos aéreos a toda velocidad y emocionantes combates cuerpo a cuerpo. Por el otro están los pasajes dramáticos con larguísimos encuadres cerrados, situaciones que parecen forzadas y una que otra inconsistencia en la narración. Lo que se resuelve de esto es que el director sabe llevar secuencias de acción, pero le incomoda manejar situaciones dramáticas, y exoneremos a los guionistas porque evidentemente tenían una idea muy clara de a donde querían llevar la película; trabajaron su argumento con una intención, y en ese sentido lo hicieron de maravilla.
Warcraft causará conmoción. Primero que nada por su calidad gráfica y en seguida porque va a generar opiniones divididas; ambas razones de sobra para ir a verla. Si de un detalle puede acusársele es de no ser muy explícita, lo que puede resultar confuso a quienes no están familiarizados con la saga. De allí en fuera es todo lo que se esperaba para los que la esperaban.
He sido consumidor de los productos Blizzard durante muchos años, y si algo puede decirse de esta compañía es que saben escuchar a sus clientes: cada nuevo lanzamiento, cada expansión y cada parche llevan impresos a sus usuarios. Este filme también los lleva. Afirmo que Warcraft es una buena película porque cumple cabalmente su objetivo con el público al que está dirigida, y eso es lo que realmente importa. Si continúan con su política de retroalimentación, tenemos una segunda entrega asegurada.