Cine

¿Es Burton cine de autor?

En 1954, el crítico de cine francés (y luego director) François Truffaut publicó en la revista Cahiers du Cinéma un incendiario ensayo titulado “Une certaine tendance du cinéma français” (ó “Una cierta tendencia en el cine francés”). En este artículo, Truffaut elaboraba en una idea que se había ido gestando entre los escritores de Cahiers, y que revolucionaría la apreciación cinematográfica para siempre: la teoría del autor. Básicamente, lo que Truffaut y la Cahiers argumentaban era que aunque el cine es una labor colaborativa, la visión del director unía las piezas con un solo objetivo; es decir, el director era el autor único del filme.

Para los críticos del Cahiers, los cines de Renoir, Welles, y Hitchcock (entre otros), identificaban las personalidades y gustos definidos por cada cineasta. Y no era un argumento falto de razón, pues aunque en muchos de los casos ellos no escribían los argumentos, en sus obras se pueden apreciar temáticas, estilos narrativos y diseños visuales muy particulares. Pero entonces, ¿Cuándo es cine de autor? Esta pregunta cobra una relevancia mayor cuando se habla de la obra de un cineasta más ligado a una industria comercial, como por ejemplo Tim Burton. Así, ¿Es Burton cine de autor? La respuesta se encuentra en su cine.

Los temas

A lo largo de la carrera de Burton, se puede apreciar que incluso en los filmes realizados “por encargo” (es decir, aquellos hechos por obligación), hay ciertos temas que se van repitiendo, denotando los intereses personales de Burton. De entrada, lo más obvio sería la constante referencia al cine de horror y ciencia ficción del pasado. Aún y cuando el cine de Burton no se caracteriza por estar completamente dentro de estos géneros, en la gran mayoría de sus películas se aprecian referencias al cine de serie B que Tim, habiendo crecido en los 60s, debe haber visto cuando niño.

Así, el cine de Burton se encuentra repleto de guiños y homenajes a la ciencia ficción y al horror de los 60s (“Sleepy Hollow”, “Dark Shadows”), los 50s (“Mars Attacks!”, “Ed Wood”), los 30s (sus dos “Frankenweenie”) y los 20s (“Vincent”). Estas referencias aparecen tanto en los temas particulares de las cintas, el periodo en el que se ubican, y en sus respectivos diseños visuales, aunque de eso último hablaremos luego. Sin embargo, más que su obsesión con el pasado, el verdadero sello Burtoniano se encuentra en su fijación por aquellos personajes solitarios, inadaptados, y rechazados, que toma como protagonistas de sus historias.

La gran mayoría de los protagonistas Burtonianos son pues, personas que se siente solas en un mundo hostil que no los comprende, a pesar de sus intentos por “ajustarse”. El pequeño Vincent no sale a jugar fuera, mientras que Ed Wood busca acepten su travestismo, a la par que el científico Ichabod Crane es rechazado por un Sleepy Hollow lleno de supersticiones. Sin duda el epítome del personaje Burtoniano es Edward, el autómata de “Edward Scissorhands”, quien tras vivir como un recluso en su mansión, baja a los suburbios a conocer un mundo que desconoce. Las manos de tijera de Edward, simbolizan esa falta de adaptación, pues el tímido héroe no puede abrazar o establecer contacto sin lastimar con sus tijeras.

Incluso en filmes menos personales encontramos esta fascinación con el inadaptado. En “Batman”, Bruce Wayne se encuentra dividido entre su vida de millonario y su vida de justiciero. “Charlie and the Chocolate Factory” nos presenta no sólo a un niño incomprendido por su familia, Burton pone un énfasis mayor en la figura del excéntrico chocolatero Willy Wonka. Incluso el joven Ed Bloom en “Big Fish” no encuentra en su pueblo un desahogo para su sed de aventura (mientras que su hijo no lo comprende). Este tema de incomprensión en el entorno, clásico de la filmografía Burtoniana, reflejo de la infancia de Burton, quien prefería estar dibujando en su cuarto a salir a jugar con los vecinos.

Finalmente, el otro gran tema Burtoniano también tiene que ver con su infancia en California: la fascinación con la vida en los suburbios. Desde “Vincent” hasta su remake de “Frankenweenie”, la vida en los suburbios ha sido explorada por Burton de una manera muy particular, pues cuando puede ahondar en el tema, siempre logra torcer un poco la idea de una vida agradable en suburbia, y la trastoca de alguna forma, develando los horrores que se esconden en un ambiente tan familiar. Nuevamente, es “Edward Scissorhands” donde esto se aprecia mejor, pues para Burton, la lúgubre mansión de Edward es más segura que el terrible suburbio ubicado a los pies de la montaña.

El diseño

Quizás el aspecto más identificable del cine de Burton como trabajo de autor es su estilizado diseño visual, del cual puede decirse que ha seguido una línea bastante clara desde el comienzo. Desde su primer corto oficial, “Vincent” de 1982, Burton ha desarrollado un estilo visual muy particular, heredero directo del expresionismo alemán y del horror gótico, que Burton adapta con su peculiar sentido del humor para traerlo a los suburbios. Líneas torcidas, alto contraste, perspectivas complicadas, estos son los elementos que han ido formando el “estilo Burton” que se puede apreciar en la mayoría de sus cintas. No es difícil notar la gran similitud entre el diseño de “Vincent” y el del remake de “Frankenweenie” a pesar de haber 30 años de distancia entre ellos.

El diseño del mundo de Burton, cuidadosamente estilizado, refleja sus intereses artísticos y gustos personales, así como su personalidad, pues aunque su temática gótica es oscura y lúgubre (aún en sus cintas más “coloridas”), dentro de su universo a blanco y negro hay siempre lugar para una melancólica sonrisa. Otro punto relevante es su afán por contrastar elementos opuestos, como la navidad y la locura en “Batman Returns”. Y en esto el cine de Burton se regodea al generar atmósferas inquietantes. Como se mencionó anteriormente, para Burton es más aterrador la vida de los suburbios que el castillo encantado o el laboratorio secreto. En cierta forma, Burton sigue siendo Vincent, el pequeño niño que prefería imaginar que vivía en el mundo de Vincent Price en vez de jugar con otros niños.

Es por este estilo tan característico que las películas de Burton son tan identificables, quizás más que las de cualquier otro director norteamericano en activo. A tal grado llega la identificación con su estilo, que mucha gente piensa que “Nightmare Before Christmas”, el musical animado basado en un poema de Burton, fue dirigido por el mismo, cuando el mérito de tan excelente cinta es de Henry Selick. ¿La razón? Selick basó el diseño visual de la cinta en sketches y bocetos realizados por Burton (de ahí que parezca, nuevamente, una continuación de “Vincent”), quien solamente fungió como productor de la cinta.

Burton el autor.

Estas razones son más que suficiente para declarar que, en efecto, el cine de Burton es el cine de un autor bastante identificable, que ha dejado su peculiar sello en todas y cada una de sus cintas. En algunas más que en otras, desde luego, pues se cuelan por ahí filmes como el (bastante fallido) remake de “Planet of the Apes” o la ya mencionada “Big Fish” que parecieran en principio carecer totalmente de elementos clásicamente Burtonianos, pero que finalmente están ahí, en el fondo de su celuloide, como si fueran huellas digitales dejadas por el artista. Claro, el que sea un cine de autor, no significa que todas sus películas serán disfrutables, pero sí que todas tendrán un cierto toque, un cierto espíritu, que solo Burton el autor podría darles.

J Luis Rivera

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