Cine

Cine animado de terror

Más antigua que el cine mismo, la animación ha estado presente desde los inicios del cinematógrafo pues más bien es gracias a la animación que el cine pudo nacer, siendo el cine la ilusión de ver imágenes animados. Sin embargo, los primeros experimentos animados involucraban lo que hoy se conoce como “stop-motion”, y no fue sino hasta 1908 donde se realizó el primer dibujo animado propiamente dicho, “Fantasmagorie” de Emile Cohl. A la par que el cine, la animación continuó desarrollándose, explorando diversas técnicas y estilos, así como géneros. Dadas las facilidad que brinda la animación para los temas fantásticos, eventualmente el género del horror se cruzaría en el camino del cine animado.

Esto no ocurriría sino hasta 1929, cuando el primer gran ejemplo de cine animado de terror surgiría de un lugar que ahora pareciera insospechado: la compañía Disney. Aunque en 1929, Disney no era lo que es ahora, sino un joven estudio que apenas estaba logrando el éxito gracias al talento combinado de los animadores Walt Disney y Ub Iwerks. Éste último, creador de gran talento e imaginación, tomó las riendas de un proyecto de cortos musicales (aprovechando la novedad del cine sonoro) llamado “Silly Symphonies” y realizó “The Skeleton Dance”, una surreal y terrorífica historia animada sobre un baile que hacen los esqueletos al anochecer en un cementerio.

Innovadora técnicamente y poseedora de una espeluznante belleza, “The Skeleton Dance” presenta esqueletos danzantes en un icónico número musical que dado su gran éxito inauguraría una serie de animaciones de corte terrorífico por parte de la casa Disney y de sus competidores (como ejemplo “Haunted House” del mismo Disney, y “Betty Boop’s Museum” de Fleischer). El mismo Iwerks realizaría un remake a colores años después, ya fuera de Disney, con el título de “Skeleton Frolics”. A Iwerks vaya que le gustaba dibujar esqueletos. Esta tradición de realizar animaciones con tema de terror fue disminuyendo durante los años 30s, cuando los cortos musicales desaparecían en favor de comedias con mayor peso en sus personajes.

Sin embargo, en esta época el terror no fue olvidado del todo, y aunque Disney ya no lo tomaría tan de lleno, encontró un lugar dentro del anárquico humor de los cortos de la Warner Brothers. Aunque ya “The Case of the Stuttering Pig” de 1937 llevaría al cerdito Porky a un mundo de terror, sería “Jeepers Creepers” del ’39 el que ya involucraría el humor clásico de los Looney Tunes, cortesía de un fantasma bastante irreverente. Famosas también son las variaciones que realizó el equipo de Looney Tunes sobre el tema del “Extraño Caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde”, en los que tanto Bugs Bunny, como Silvestre y Piolín se vieron envueltos en alguna ocasión con la famosa fórmula.

Disney volvería al terror en 1949 con uno de sus cortometrajes más famosos: la adaptación al cuento de Washington Irving, “The Legend of Sleepy Hollow”. Aunque con el humor de los cortos que realizaban en esa época, “The Legend of Sleepy Hollow” no deja de contar con varias de las imágenes más terroríficas que Disney generó jamás, particularmente espeluznante es la persecución que hace el Jinete sin cabeza al aterrado Ichabod Crane. Por cierto, aunque el horror no es precisamente el tema de la cinta, bien se podría mencionar en este recuento al número de “A Night on Bald Mountain” que aparece en “Fantasía” de 1940, donde debuta el demonio Chernabog, quizás el más imponente monstruo creado por la casa de Mickey.

Sin embargo, saliendo ya de los trabajos realizados por Disney y Warner, vale la pena mencionar un cortometraje realizado más o menos de forma independiente pero que representa más puramente la idea de “animación de terror” (pues las labores de Disney y Warner lo mezclaban con musical uno y comedia el otro). Este trabajo es “The Tell-Tale Heart” de Ted Parmelee, realizado en 1953. Adaptación del cuento de Edgar Allan Poe, en “The Tell-Tale Heart” se emplea la técnica de animación minimalista para realizar un surreal viaje a la locura del narrador, que ha asesinado a su patrón pero aún escucha el fuerte latido de su corazón. Latiendo. Latiendo. Narrado por James Mason, “The Tell-Tale Heart” es por mérito propio, uno de los mejores cortometrajes jamás realizados.

Fuera de Estados Unidos, vale la pena destacar la animación realizada en la antigua Checoslovaquia durante los años 60s y 70s, en particular las marionetas de Jirí Trnka y el stop-motion de Karel Zeman. Aunque dentro de sus filmografías las obras de terror animado son pocas, ambos abrieron camino para la carrera del animador Checo más reconocido: Jan Svankmajer, quien sí que ha explorado el horror, no sólo en sus cortometrajes animados, sino en largometrajes como “Neco z Alenky” (versión de “Alicia en el País de las Maravillas”) y “Faust”, donde con gran habilidad mezcla diversas técnicas de animación para crear historias de un terror oscuro más surrealista.

Otro alumno de Trnka, Kihachiro Kawamoto, llevó al cine varias leyendas japonesas, algunas con temática de horror sobrenatural, como “Oni” (“El Demonio”) de 1972. Sin embargo, el grueso del terror animado del Japón es el producido tras el boom del animé en los años 70s, que resultó en que muchas de las historias que habían visto la luz en las historietas (mangas) fueran adaptadas al cine. De entre tantas, la más influyente fue sin duda “Kyûketsuki hantâ D” (“Vampire Hunter D”) de 1985, donde en un futuro lejano, un cazador de vampiros continuaba enfrentándose a los no muertos. La animación de horror japonés ha probado ser mucho más arriesgada, al no detenerse a explorar temas adultos en sus historias (como prueba, “Urotsukidoji”).

En fin, a partir de los años 70s, la animación era explorada ya en múltiples filmografías, aunque el terror no en todas. En México por ejemplo, no ha existido una obra de terror animado propiamente dicha, no así en Cuba, donde 1985 se estrenó “Vampiros en la Habana”, que en tono de comedia, era un retrato chusco del mito del chupasangre. Nuevamente vemos que la comedia está presente en la animación de terror, y es que fuera del Japón, son muy pocas las industrias que exploran seriamente el terror en la animación. Quizás esto se deba al prejuicio occidental de que la animación es para niños, que ha permeado el género desde los tiempos de Disney.

En tiempos más recientes, el cineasta norteamericano Tim Burton, de la mano de su colaborador Henry Selick han realizado diversos largometrajes de animación de horror que, aunque no dejan de mezclar el género con el humor y el musical típicos de la industria estadounidense, abordan un tono un poco más oscuro en sus obras. Su más famosa colaboración es sin duda “Nightmare Before Christmas”, musical escrito por Burton y dirigido por Selick en el que dan un giro interesante a las historias navideñas. En solitario, Burton retornó al tema con “The Corpse Bride”, y posteriormente su auto-remake a “Frankenweenie”, mientras que Selick se unió con el escritor Neil Gaiman para adaptar sus libros “Coraline” y “The Graveyard Book”.

Dado el breve espacio de este recuento del cine animado de terror, pareciera que no es un género de importancia dentro del cine de animación, pero no es así. A pesar de que el volumen es relativamente pequeño, se han producido múltiples cintas animadas, tanto de corta y larga duración, que demuestran que el horror no está peleado con la animación. Lo que demuestran obras tan variadas como “Heavy Metal” o “Faust”, es que el único límite es la imaginación del cineasta.

J Luis Rivera

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